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Abordaje terapéutico integral en la insuficiencia cardíaca

La insuficiencia cardíaca, una condición donde el corazón no bombea la sangre de manera eficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo, puede provocar una disminución del flujo sanguíneo, acumulación de líquido en pulmones y venas, y otros problemas que pueden deteriorar aún más la función cardíaca. Para contrarrestar estos efectos, se emplea un tratamiento integral que incluye:

  • Fármacos destinados a mitigar los síntomas: como los diuréticos, que facilitan la eliminación de líquidos; vasodilatadores, que ensanchan los vasos sanguíneos; o la digoxina, que fortalece las contracciones cardíacas.
  • Medicamentos que buscan mejorar la expectativa de vida: entre ellos se encuentran los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), betabloqueantes, antagonistas de la aldosterona, bloqueadores de los receptores de angiotensina II (ARA-II), inhibidores de la angiotensina y neprilisina (ARNI), y los inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2), así como los que actúan sobre el nódulo sinusal.

La elección del medicamento varía según el tipo específico de insuficiencia cardíaca. En casos de insuficiencia cardíaca sistólica (con fracción de eyección reducida, ICFEr), todas las categorías de fármacos mencionadas son beneficiosas. Por otro lado, en la insuficiencia cardíaca diastólica (con fracción de eyección preservada, ICFEp), se recurre principalmente a los IECA, ARA-II, antagonistas de la aldosterona, betabloqueantes y SGLT2. En la insuficiencia cardíaca con fracción de eyección levemente reducida (ICFEr), los ARNI y los SGLT2 han demostrado ser efectivos.

Es crucial que los pacientes sigan un régimen estricto en la toma de sus medicamentos y eviten interrumpir su tratamiento.

Bloqueadores de la aldosterona

La aldosterona es una hormona que induce a los riñones a conservar agua y sal. Los bloqueadores de la aldosterona actúan directamente sobre los efectos de esta hormona, a diferencia de los IECA que lo hacen de manera indirecta, y son clave para controlar la retención de líquidos. Estos fármacos no solo mejoran la calidad de vida sino que también disminuyen las hospitalizaciones y aumentan la supervivencia en pacientes con insuficiencia cardíaca.

Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA)

La hormona angiotensina II es responsable de la liberación de aldosterona y vasopresina, que a su vez promueven la retención de sal y agua por parte de los riñones. Los IECA son fundamentales en el manejo de la insuficiencia cardíaca sistólica, ya que limitan esta retención de líquidos y son vitales para prolongar la vida del paciente, reducir los síntomas y las hospitalizaciones. Al disminuir los niveles de angiotensina II en la sangre, los IECA favorecen la dilatación de arterias y venas y facilitan la eliminación de agua por los riñones, aliviando así la carga de trabajo del corazón. Además, tienen efectos positivos directos sobre el músculo cardíaco y las paredes de los vasos sanguíneos.

Antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II)

Los ARA-II comparten efectos similares con los IECA, ayudando a controlar la retención de líquidos y siendo una alternativa para aquellos pacientes que no toleran los IECA debido a efectos secundarios como la tos, menos común en los ARA-II.

Inhibidores de los receptores de angiotensina y neprilisina

Los inhibidores de los receptores de angiotensina y neprilisina representan una innovación en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, combinando un ARA-II con una nueva clase de medicamentos que inhiben la neprilisina, una enzima que degrada péptidos que señalan al cuerpo para excretar sodio. Al impedir esta degradación, estos fármacos disminuyen la presión arterial y promueven la excreción de sodio, aliviando la carga del corazón. En pacientes con insuficiencia cardíaca sistólica, han demostrado ser más efectivos en prolongar la vida que los IECA o ARA-II por sí solos.

Betabloqueantes

Los betabloqueantes, que se prescriben frecuentemente junto con los IECA, son otro pilar en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Estos medicamentos bloquean la acción de la norepinefrina, una hormona que incrementa la presión sobre el corazón, y han demostrado mejorar la función cardíaca y la supervivencia a largo plazo, siendo esenciales en el manejo de la insuficiencia cardíaca sistólica. Aunque inicialmente pueden disminuir la fuerza de las contracciones cardíacas, se introducen gradualmente una vez que la insuficiencia cardíaca ha sido estabilizada con otros tratamientos.

En este contexto, es importante destacar la relevancia de un producto como cardiobalance, que puede complementar el tratamiento médico de la insuficiencia cardíaca, siempre bajo supervisión profesional.

Digoxina: Incrementa la capacidad cardiaca sin extender la esperanza de vida

La digoxina es un medicamento de larga data prescrito para atender la falla cardiaca. Su mecanismo de acción se centra en potenciar el vigor de las contracciones cardiacas y en la disminución del ritmo cardiaco en situaciones de aceleración anormal. Si bien ofrece alivio a los síntomas en ciertos pacientes, no se ha evidenciado que extienda la expectativa de vida al nivel de otros tratamientos disponibles para dicha condición.

Diuréticos: Expertos en la eliminación de líquidos sobrantes

Cuando la limitación de sal no alcanza para controlar la acumulación de líquidos, entran en juego los diuréticos. Contribuyen a que los riñones expulsen sal y agua de más, incrementando la producción de orina y reduciendo el volumen del líquido corporal.

En el manejo de la insuficiencia cardiaca, los diuréticos de asa como la furosemida, torsemida o bumetanida son los más recomendados. A menudo se prescriben para administración oral como parte de un tratamiento de mantenimiento, pero también son altamente eficaces vía intravenosa en situaciones de urgencia. Estos son especialmente adecuados en casos de insuficiencia cardiaca de moderada a severa.

Aunque menos potentes, los diuréticos tiazídicos, tales como la hidroclorotiazida, pueden ayudar a controlar la presión arterial, razón por la que son prescritos en casos de hipertensión concurrente con insuficiencia cardiaca.

Tanto los diuréticos de asa como los tiazídicos tienen un efecto secundario notable: la excreción de potasio, que puede resultar en hipopotasemia. Para mitigar esto se pueden recomendar diuréticos que conservan el potasio o suplementos del mismo. En pacientes con insuficiencia cardiaca, la espironolactona, que es un diurético conservador de potasio, se emplea con la ventaja de poder prolongar la vida, siempre que la función renal no esté seriamente comprometida.

Es preciso señalar que los diuréticos podrían agravar casos de incontinencia urinaria, pero una programación adecuada de la dosis puede evitar inconvenientes cuando el acceso a sanitarios es restringido.

Inhibidores del nodo sinusal: Clave para reducir ingresos hospitalarios

El nodo sinusal cumple una función crítica en el corazón al ser el marcapasos natural que define la frecuencia de los latidos. La ivabradina es un fármaco que degenera la actividad de este nodo, con lo que al lentificar el ritmo cardiac, se consigue disminuir la demanda de trabajo al corazón, pudiendo así disminuir las probabilidades de hospitalización en individuos aquejados de insuficiencia cardiaca.

Inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa tipo 2 (SGLT2): Protector cardiovascular

Utilizados primordialmente para el tratamiento de la diabetes, los inhibidores SGLT2 también ejercen un efecto protector sobre el corazón y los vasos sanguíneos. Se ha comprobado que la dapagliflozina, perteneciente a esta familia de fármacos, contribuye a la disminución de los síntomas y a la mejora de la calidad de vida en pacientes con insuficiencia cardiaca. Asimismo, la empagliflozina ha probado su capacidad para reducir las internaciones relacionadas con insuficiencia cardiaca diastólica.

Vasodilatadores: Mejoran la circulación sanguínea

Los vasodilatadores, medicamentos que amplían los vasos sanguíneos, facilitan al corazón el bombeo de la sangre. Aunque no son tan utilizados como los inhibidores de la ECA o los antagonistas de los receptores de angiotensina II por su mayor eficacia, los vasodilatadores pueden ser útiles en pacientes que no toleran o no responden adecuadamente a estos últimos. Patologías avanzadas de la enfermedad cardiaca pueden ver su pronóstico mejorado con la administración de vasodilatadores en combinación con los inhibidores de la ECA o los bloqueadores de angiotensina.

Otros tratamientos para la insuficiencia cardiaca

Existen otras alternativas farmacológicas que pueden resultar beneficiosas en determinados escenarios.

En el caso de anomalías del ritmo cardiaco, los medicamentos antiarrítmicos pueden ser una opción a considerar (referirse a la tabla “Medicamentos empleados para el tratamiento de arritmias”).

Aunque se ha investigado sobre otros fármacos con capacidad de incrementar la fuerza de bombeo cardiaco, distintos a la digoxina, hasta el momento no han demostrado ser efectivos y algunos han mostrado incluso incrementar el riesgo de mortalidad.

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